¿Alguna vez has jugado al póquer? ¿Ruleta tal vez? ¿Alguna vez has apostado dinero al jugar? Entonces, de hecho, has apostado. Apostar es cuando apuestas dinero por algo, incluso cuando no sabes cuál será el resultado. Sin embargo, el juego parece ser parte de la vida de muchas personas. Se ha convertido en un hábito, peor aún, incluso en un problema psicológico.
Para alguien que juega por primera vez, puede que no sea difícil dejarlo.
Una vez que gane algo al hacerlo, es posible que desee intentarlo por segunda vez. Cuando aprendas a jugar, probablemente querrás volver a hacerlo. Lo siguiente que sabes es que inconscientemente te vuelves adicto a él. Incluso cuando deseas parar, no hay nada que puedas hacer.
La ludomanía se conoce como el impulso o la picazón de apostar aun sabiendo sus correspondientes implicaciones. Sin embargo, esto es solo una dificultad menor. Los casos graves en realidad apuntan en la dirección de un trastorno mental. Se llama ludopatía. Se considera que uno es un jugador patológico si está preocupado por el juego todo el tiempo y eso es principalmente en lo único que piensa. Suele imaginar cuándo volverá a jugar en el futuro o piensa en el partido que jugó ayer.
Cuando alguien intenta recuperarse de los problemas de juego y sigue recurriendo al juego, también se considera juego patológico. También lo es cuando alguien considera el juego como un escape de la realidad, una especie de mundo improvisado en el que puede ser él mismo al menos por ese momento para romper con sus realidades.
Uno de los síntomas más comunes es la necesidad de apostar más. Cuando pierde un juego, perdiendo así dinero, tiene la necesidad de recuperarlo y empezar a jugar de nuevo. Es una dificultad interminable para aquellos que están enganchados a los juegos de azar.
En consecuencia, uno ahora tiene dificultades para controlar su hábito de juego. Esta pérdida de control eventualmente lo llevará a engañar a su familia y amigos.
Cuando el juego se convierte en un hábito, uno puede considerar realizar actos ilegales. La necesidad de apostar más cuando pierde dinero podría llevarlo a robar dinero para recuperar sus pérdidas. A veces, uno recurría al fraude. La falsificación también es común cuando alguien usa la firma de otra persona, especialmente al escribir cheques para que continúe jugando.
Arriesgar su relación solo por apostar también es un síntoma. Cuando continúa jugando, incluso cuando compromete el tiempo que pasa lejos de su esposa o sus hijos, es un problema grave. Esto podría conducir al divorcio. Esto también podría implicar faltar al trabajo como resultado de estar en un juego en lugar de estar en el trabajo.
Otro síntoma es cuando depende tanto de su familia o amigos para obtener dinero. Cuando está perdiendo dinero debido al juego, podría recurrir a pedir dinero prestado a su familia, amigos e incluso a una institución financiera que podría resultar en bancarrota.
Los juegos de azar se volverán serios si no se les presta la debida atención. Cuando esto se convierte en un hábito, se convierte en un obstáculo para tus relaciones con los demás, especialmente con tu familia. Cuando esto se vuelve severo, debes acudir a consejería para contrarrestar tus problemas de juego. Tener con quien hablar. Tu familia puede ser de ayuda porque son tu primera línea de defensa contra el juego. Pero lo más importante, la disciplina debe comenzar contigo. No hay nadie que pueda ayudar sino tú solo. Recuerde que jugar demasiado puede hacer que su vida sea miserable, así que evite jugar en exceso.